domingo, 9 de marzo de 2014

12 AÑOS DE ESCLAVITUD - Esclavos libres

Título original: 12 Years a Slave (Twelve Years a Slave)
Año: 2013
Duración: 133 min.
País:  Estados Unidos Estados Unidos
Director: Steve McQueen
Guión: John Ridley (Biografía: Solomon Northup)
Música: Hans Zimmer
Fotografía: Sean Bobbitt
Reparto: Chiwetel Ejiofor, Michael Fassbender, Lupita Nyong'o, Benedict Cumberbatch, Paul Dano, Paul Giamatti, Sarah Paulson, Brad Pitt, Alfre Woodard, Michael K. Williams, Garret Dillahunt, Quvenzhané Wallis, Scoot McNairy, Taran Killam, Bryan Batt, Dwight Henry
Productora: Summit Entertainment / Plan B / River Road Entertainment / New Regency Pictures / Film4
Género: Drama. Basado en hechos reales. Biográfico. Esclavitud. Racismo. Siglo XIX. Histórico



Esclavos libres

Estados Unidos es un país erguido sobre sangre, mucha sangre. Desde la llegada de los “conquistadores” hasta la época actual, EEUU se ha ido transformando hasta convertirse en un país cuya bandera de la paz ondea usando de mástil un cañón. La injusticia, la crueldad y la hipocresía de una sociedad violenta son las características principales de un país cuyo principal orgullo radica en la libertad obtenida en la guerra de la independencia, donde pasaría a ser una nación propia y libre de  Gran Bretaña. Esta libertad e independencia conllevó al nacimiento de Estados Unidos, que lejos de disfrutar de esa libertad con todos sus ciudadanos, se aferró a una política esclavista impuesta en su día por los ingleses, legalizando una situación en la que los negros no eran más valiosos que el ganado.

Tras la guerra, el país se dividió en dos, en el norte, la esclavitud se fue erradicando poco a poco mientras que en el sur, con la expansión de la industria del algodón, se dio con mayor continuidad, llegando hasta el punto de que los ciudadanos americanos de color libres eran secuestrados y enviados a diversas plantaciones en el sur donde trabajarían hasta la muerte, ya sea de manera natural o tras una paliza.

Solomon Northup era un hombre de clase media que vivía en New York con su mujer y sus dos hijos. Era un hombre libre que se ganaba la vida como músico y que cuyo principal crimen fue nacer negro. Como cientos de negros tras la guerra de la independencia, Solomon fue secuestrado y enviado a Louisiana, donde pasaría 12 años como esclavo para diversos negreros, y donde sufriría toda clase de injusticias y crueldades, recopiladas en un libro titulado “12 years a slave”, que escribiría tras conseguir su liberación.


Steve McQueen es un director de cine británico con ascendencia africana que atrajo a la critica con Hunger (Hunger, Steve McQueen, 2008), su opera prima, cuyo éxito continuó con Shame (Shame, Steve McQueen, 2011). Ya sea por sus raíces o por la creciente oferta de películas cuyo tema central es la esclavitud en Norteamérica en los últimos años, como Django Desencadenado (Django Unchained, Quentin Tarantino, 2012), El mayordomo (Lee Daniels’ The butter, Lee Daniels, 2013) o Lincoln (Lincoln, Steven Spielberg, 2012), afirmó que no había ninguna película que reflejara de manera real y explícita la esclavitud americana en el siglo XIX, por lo que se hizo con los derechos de la autobiografía de Solomon Northup, y junto a John Ridley, guionista de Tres Reyes (Three Kings, David O. Russell, 1999) entre otras, la adaptaron a un guión que reflejaría la crudeza de la que hablaba McQueen.

El resultado ha sido una película que ha cautivado a la crítica y al público de medio mundo, alzándose victoriosa en casi todos los festivales que ha participado y llevándose el premio gordo del año, el Oscar a la mejor película pero, ¿realmente es tan buena?

Sobrevalorada

La historia se inicia con Solomon Northup ya esclavo, intentando escribir una carta con el liquido pegajoso que desprenden las moras, aunque sin éxito. De ahí pasamos a la vida que Solomon llevaba antes de ser esclavo, donde se muestra como el típico padre americano que quiere a sus hijos, ama a su esposa y es querido por sus vecinos y conocidos. De esa cálida luz pasamos a la oscuridad de una celda, donde Solomon despierta atado después de ser víctima de un engaño, le habían ofrecido trabajo como violinista de un circo de prestigio en New York. Tras una brutal paliza que dejará en la retina del espectador la violencia con la que los negros eran tratados por aquel entonces, Solomon pasaría por diversas plantaciones y amos hasta llegar junto a Edwin Epps, el clásico negrero que se enorgullece de tener esclavos y mantenerlos arrodillados bajos sus pies.



La crudeza del trato a los esclavos van transcurriendo por pantalla, haciendo especial hincapié en la escena donde Solomon es colgado de una soga a ras de suelo en un plano fijo de más de dos minutos donde podemos ver como lucha por su vida manteniéndose de puntillas en el fango, mientras los demás esclavos siguen con sus tareas como si no pasase nada; y en la tortura de casi el final de la película, donde Solomon es obligado a azotar a otra esclava en un plano secuencia que termina con la intrusión de Edwin para terminar de azotar a la esclava, haciéndole saltar la carne de la espalda bajo una nube de sangre.



La película sigue una tónica de tortura física y emocional, pero que en muchas ocasiones llega a confundir al espectador. Solomon es comprado en primer lugar por Willian Ford, el dueño de una plantación que tiene un trato amable con sus esclavos, preocupándose por su bienestar, escuchando sus ideas, y haciéndoles regalos. Estos hechos pueden ser malinterpretados por la enorme mayoría de espectadores, en el cine llegué incluso a escuchar “menos mal que lo ha comprado uno bueno”. Hablamos de una sociedad, que a pesar de tener ciudadanos bienintencionados como Ford, no dejan de ser esclavistas que prescinden de obreros honrados y van a comprar esclavos para conseguir mano de obra barata. El “bueno” de Ford no dudó en deshacerse de Eliza, una esclava que no paraba de llorar por haber sido separada de sus hijos. El trato favorable de Ford a Solomon lo llevó a tener problemas con un capataz que intentó matarlo con la ya mencionada escena del ahorcamiento. En dicha escena vemos como los demás esclavos siguen con sus quehaceres diarios, como los niños esclavos juegan a escasos metros de la escena y donde solo Ford es el elegido para terminar con dicha tortura. Con este gesto, Ford vuelve a parecer bueno, pero decide no escuchar a Solomon cuando este trata de contarle que es un hombre libre que ha sido secuestrado.



De ahí pasamos a un flojo tratamiento de los personajes secundarios, olvidados por McQueen a la hora de retratar la violenta manera en que son tratados, llegando al punto en el que el ahorcamiento de dos jóvenes a penas se hace notar en pantalla, y mucho menos llega a afectar al personaje principal. en este punto, podemos empezar a entrever la elección de McQueen por poner de protagonistas el personaje de Solomon, donde a partir de este momento podremos comprobar que, dentro de lo injusta y cruel que es su situación, es un privilegiado, y que son sus compañeros esclavos los que pero lo pasan.

De este trato confuso de la esclavitud pasamos a un tema que ha causado discrepancias entre los críticos: el tiempo. McQueen ha optado por no dar detalles del paso del tiempo, intentado transmitir al espectador el mismo desconcierto que sufre Solomon con respecto a este, sin embargo, este detalle puede interpretarse como un punto flaco en la obra en sí, ya que cuando Solomon el liberado, tras doce años trabajando bajo el sol, su aspecto a penas a cambiado, sin embargo sus hijos ya son mayores, y su mujer a envejecido bastante, llegando a parecer extraño el momento del reencuentro, a parte de desentonar con el resto de la película al darle ese "final feliz" que tanto gusta en Hollywood. Esto juega en contra de la película, ya que en ningún momento podemos saber qué tiempo ha pasado el personaje con Ford, con ese trato favorable en el que el personaje parece olvidar de donde viene, y que tiempo pasa con Edwin Epps, cuya tiranía y violencia consigue que Solomon acepte su vida como un esclavo más y abandone toda esperanza de volver a casa.



A parte de estos detalles, McQueen consigue manejar muchas veces las emociones que pretende mostar gracias a un reparto espectacular, con un Chiwetel Ejiofor en la piel de Solomon que sabe como transmitir el sufrimiento interno del personaje en muchas de las escenas donde el personaje no parece star pensando en nada; una Lupita Nyong’o debutante en el cine en el papel de Patsey, ganadora del Oscar a mejor actriz secundaria; hasta un excepcional Michael Fassbender como el peor de los negreros, Edwin Epps, capaz de meter el miedo en el cuerpo con una simple mirada. También destacar a uno de los mejores actores del momento, Benedict Cumberbatch, en el papel de Willian Ford, un papel desaprovechado por parte de McQueen ya que el personaje podría haber dado mucho más de sí.

En definitiva, 12 años de esclavitud es  una película correcta pero muy sobrevalorada, tratando una vez más un tema sensacionalista, que ha cosechado su éxito gracias al corte académico con el que es filmada, estrenada en una época clara para buscar las candidaturas a los premios más prestigiosos y que en muchas ocasiones busca  la lagrima fácil en el espectador pero que en ningún momento llega a conseguirlo.

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