domingo, 6 de abril de 2014

LA FELICIDAD DE LOS KATAKURIS - Del odio al amor

Título original: Katakuri-ke no kôfuku (The Happiness of the Katakuris)
Año: 2001
Duración: 113 min.
País: Japón Japón
Director: Takashi Miike
Guión: Kikumi Yamagishi
Música: Kôji Endô, Kôji Makaino
Fotografía: Hideo Yamamoto
Reparto: Kenji Sawada, Keiko Matsuzaka, Shinji Takeda, Naomi Nishida, Kiyoshiro Imawano, Tetsuro Tamba, Kenichi Endo, Tokitoshi Shiota, Yoshiyuki Morishita
Productora: Shochiku

Género: Musical. Thriller. Comedia. Terror | Comedia de terror. Comedia negra. Familia. Remake


Del odio al amor

¿Cuánto tiempo hay que dedicarle a un proyecto para que este esté a la altura de lo que esperas? Realizar una obra puede llegar a costarte años de tu vida, echando un ojo a la filmografía de grades directores de cine clásico como Hitchcock o Kurosawa, podemos comprobar cómo salen prácticamente a una película al año, dos en casos puntuales, o directores actuales como Woody Allen, elogiado por su capacidad para traernos, cada año, una nueva película bien acogida por el público pero, ¿cuál es el límite?¿cuándo un director dice basta?¿cuán compleja y creativa es la capacidad de la mente humana para estar continuamente creando? Si alguna vez alguien fijó un límite a la creatividad, Takashi Miike lo rompió.



Graduado en la Academia de Artes Visuales de Yokohama, Takashi Miike se ha convertido, y con razón, en uno de los directores de cine más controvertidos ya no solo de Japón, sino de toda la industria cinematográfica debido a los temas que trata y de la manera en que los presenta. Sangre, vísceras, violencia extrema, perversión sexual, yakuzas…no importa el género al que se preste Miike ya que uno o varios de estos elementos suelen estar presentes en la obra. Tal es su predisposición a la polémica que muchas veces prefiere rodar para V-Cinema, es decir, películas directas a DVD, debido a la poca censura y a la gran libertad creativa que permite este sector.

Miike saltó a la fama con Shinjuku Triad Society (1955), película sobre mafias en Japón e inicio de una trilogía conducida por los temas a los que recurría más que por su argumento. Con este paso adelante, Miike comienza una carrera frenética en el mundo del cine, llegando a rodar más de 15 películas en tres años, ofreciendo un derroche de personalidad, variedad y sobre todo, imaginación. Esta capacidad para crear, muchas veces acompañada de polémica, ha hecho que Miike sea conocido en todo el mundo, dividiendo al publico entre los que no podían entender como alguien así podía dedicarse al cine y/o al teatro, y un gran número de seguidores que no tardaron en catalogarlo como un director de culto.

Aunque siente predilección por el cine yakuza, Miike a tocado numerosos géneros como la comedia, el terror, el drama o la fantasía, e incluso se ha aventurado muchas veces en productos infantiles y adaptaciones mangas para no estancarse en un único género. En 2001, con un nombre ya hecho en la industria, surge una película donde se mezcla el stop motion con la imagen real, el terror con la comedia, un musical surrealista en una historia que roza la paranoia. Era la octava película de Miike de ese año, y no dejó indiferente a nadie.


Una mezcla extraña

La felicidad de los Katakuris (Katakuri-ke no kôfuku, Takashi Miike, 2001) se presentaba como un musical distinto, en una especie de homenaje a Sonrisas y Lágrimas (The sound of music, Robert Wise, 1965), pero donde incluiría el toque personal de su director. La película nos cuenta los esfuerzos de un padre por unir a su familia mientras trabajan en una casa de huéspedes junto a una montaña donde iban a construir una carretera, cosa que finalmente no sucede.



Los problemas de los Katakuris crecen cuando su primer cliente, un hombre misterioso, se suicidad en plena noche, seguido de una pareja que muere mientras mantenían sexo. La familia, en lugar de avisar a la policía y coger mala fama, decide enterrar los cuerpos junto al lago.

Y así, entre cadáver y cadáver, los Katakuris nos sorprenden con unos números musicales en los que la mayoría de veces parecen improvisados, con unas actuaciones exageradas en un mundo donde todo es posible. Para sorpresa del espectador, las escenas más surrealistas y delirantes, como cuando la familia coge las casa en peso, si, tal como suena, y la desplazan huyendo de un volcán, son realizadas en stop motion, dando aun más un toque atípico al film, terminando de sorprender al espectador, si este ya no está bastante desconcertado con el resto del film.



Asesinatos, karaokes (Miike se permite romper la cuarta pared), estafas, una madre un busca del amor, un padre estrechando lazos con su hijo,  una niña pequeña cantando junto a zombis, un abuelo que golpea pájaros en pleno vuelo con un palo…la capacidad de imaginación de Miike parece estar en todo su apogeo en este film, donde todo es posible, en un ejercicio de cine creativo, atípico y, sobre todo, sorprendente. A pesar de todo ello, la pelicula no deja de ser un insulto a la inteligencia del espectador, y solo aquellos verdaderos defensores del cine Miike sabrán apreciar la verdadera naturaleza de la película.

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