sábado, 28 de junio de 2014

MIENTRAS DUERMES - El placer por el sufrimiento ajeno

Título original: Mientras duermes (Sleep Tight)
Año: 2011
Duración: 107 min.
País: España
Director: Jaume Balagueró
Guión: Alberto Marini
Música: Lucas Vidal
Fotografía: Pablo Rosso
Reparto: Luis Tosar, Marta Etura, Alberto San Juan, Petra Martínez, Carlos Lasarte, Pep Tosar, Amparo Fernández, Oriol Genís, Iris Almeida, Tony Corvillo
Productora: Filmax
Género: Thriller. Terror | Thriller psicológico



Cambio de perspectiva

Desde que debutó con Los sin nombre (1999), Jaume Balagueró ha mostrado su predilección por el thriller y sobre todo, por el terror psicológico, exceptuando OT: La película (2002), una mancha bien grande en la filmografía del director catalán, de la que se recuperaría con Frágiles (2005), una película de terror desarrollada en un hospital infantil.

La mayor parte de su filmografía se reduce a películas donde los personajes desarrollan toda la acción en una casa o en un bloque de edificios, es decir, en espacios limitados. El rodar en espacios cerrados ayuda al espectador a sentirse atrapado dentro de la película e identificarse con los personajes que transcurren por pantalla.


El trabajo de Balagueró por meter a los espectadores dentro de sus historias encuentra su máximo apogeo con [REC] (Jaume Balagueró y Paco Plaza, 2007), donde la realización de la película a modo de falso documental le dio un toque de realidad que cautivó a público y crítica, atrayendo la atención de Hollywood, que realizó su propia versión, y devolviendo a España un tema que se estaba desaprovechando, los zombis.

El éxito de esta y su secuela, [REC]2 (Jaume Balagueró y Paco Plaza, 2009), hizo que Filmax le confiase a Jaume la realización de un thriller psicológico escrito por Alberto Marini, guionista de películas como Romasanta (Romasanta, la caza de la bestia, Paco Plaza, 2004) o Para entrar a vivir, películas para no dormir (Jaume Balagueró, 2006). Jaume afrontó este guión como un reto personal ya que a diferencia de sus demás películas, el eje de la historia no serían las víctimas, sino el acosador.



La felicidad del sufrimiento

Feliz, ese es justo mi problema, que yo no puedo ser feliz. Nunca lo he sido, ni cuando me han pasado cosas buenas. No os podéis ni imaginar lo que es levantarse cada día sin tener una motivación, los esfuerzos que tengo que hacer para encontrar una razón, solo una para no mandarlo todo a la mierda. Os aseguró que pongo todo mi empeño en ello, todos los días de mi vida”.


Con este monólogo y a punto de saltar desde una azotea se presenta César, el portero de un edificio donde sus inquilinos lo ignoran y aprecian a partes iguales, sin embargo esto no le preocupa, ya que su posición le permite conocer los movimientos de todos y, cuando quisiese, podría convertir sus vidas en un infierno. Su nuevo objetivo es Clara, la inquilina del 5º B, quien con su sonrisa consigue atraer su atención, atención que se convierte en una obsesión que le lleva a pasar todas las noches metido en su piso sin que esta lo sepa. Ayudándose de cloroformo, el portero consigue dormir todas las noches metido en la cama con ella, además de intoxicarle las cremas que la chica utiliza para tenerla todo el día en un letargo similar a la resaca.

A medida que transcurren las escenas, vamos viendo el día a día del portero, su rutina, sus hábitos, incluso llegamos a sentir lástima por él cuando el presidente de la comunidad amenaza con despedirle. César mantiene todo el día un gesto frio acompañado de palabras cordiales, ya que sabe como adular cuando se lo propone. Solo muestra un atisbo de felicidad los segundos donde se cruza con Clara, donde va formando poco a poco una relación en su cabeza, una relación que le confiesa a su moribunda madre, postrada en la cama de un hospital, y viviendo de primera mano la obsesión enfermiza que siente su hijo por hacer sufrir a cuantos le rodean.


Su madre, que usa como confesionario; la limpiadora, a la que engaña para que discuta con su hijo; al presidente de la comunidad, a quien tortura con su impuntualidad y destrozándole las plantas; la inquilina, a la que le intoxica los perros y hunde en la miseria debido a su edad; a Clara…todos forman parte del día a día de César, quien encuentra en el dolor de cada uno un soplo de aire fresco, un atisbo de felicidad, una razón más para vivir.


Una evolución positiva

“Lunes”, así comienza la historia, con un César despertándose en una cama acompañado, bajando a su verdadera casa y preparándose para comenzar una nueva jornada de trabajo. Todo ello grabado al detalle, apenas haciendo elipsis narrativas, todo muy mecánico para mostrar la naturaleza de César, alguien que debe tener todo organizado, como un dios en su mundo particular. Este seguimiento le sirve a Balagueró para que el espectador empatice con un portero humillado e ignorado, quien, entre otras cosas, debe pagar una gran suma de dinero a una niña pequeña que luego le escupe. Más tarde va a ver a su madre moribunda, a quien le habla de una relación imposible, luego llega de nuevo a su puesto, donde el presidente de la comunidad le amenaza con despedirlo. De esta manera el espectador va poniéndose poco a poco de parte de César, por el que comienza a sentir empatía. Pero el día no ha acabado, cuando Clara vuelve a casa, vemos al verdadero César, al que espera paciente bajo la cama hasta que su víctima se duerme, sueño que prolonga con cloroformo y del que se vale para investigar sus cosas, dormir con ella y tener relaciones sexuales.


Para cuando el espectador descubre al verdadero César, el “martes”, ya es demasiado tarde, Balagueró ya ha conseguido que lo veamos como una víctima de su propia obsesión, esperando que no lo pillen ni la policía ni el novio de Clara cuando pasa una noche con ella. Usando los día de la semana como referencia, vamos viendo la evolución de los planes de César, desde el lunes cuando algo nuevo se inicia hasta el domingo, donde todo termina y donde César debe plantearse qué nuevo plan seguir para la siguiente semana. La idea de usar los días de la semana como evolución del personaje tiene su sentido en la escena final, cuando César le  confiesa a clara que ya ha encontrado el modo de ser feliz gracias a ella. La película termina con un “lunes”, donde César comienza un nuevo plan con una nueva víctima.

Todo esto no sería posible sin la soberana interpretación de Luís Tosar, uno de los mejores actores del panorama español, quien con una actuación contenida consigue dejar en la retina del espectador el sufrimiento y el placer que va sintiendo el portero a lo largo del día. La parte negativa de la interpretación la ponen Marta Etura como Clara, e Iris Almeida como Úrsula, la niña que pilla noche tras noche a César y luego chantajea. Marta Etura, pareja de Tosar en la vida real, sobreactúa de manera exagerada en los momentos felices de Clara, desentonando en el clima que va marcando la película, mientras que la joven Iris de 8 años, excelente cuando adopta el rol de niña repelente, está desastrosa en la escena donde debe mostrarse asustada cuando César amenaza a su familia y amigos si le delata (la niña se esfuerza, pero no consigue dejar una lagrimita ni teniendo medio cuerpo fuera de la ventana de su habitación).


Una vez más, Balagueró desarrolla la historia dentro un solo edificio, a excepción de las visitas al hospital, elevando a César a una figura divina que puede controlar todo lo que le rodea, prueba de ello es la facilidad con la que se quita de encima a la policía cuando es el principal sospechosos de un asesinato o cuando culpa al hijo de la limpiadora de ser él el acosador de Clara.

Sin embargo no todo funciona como debería ya que el guión cuenta con algunas lagunas que hace que los espectadores más exigentes desconecten de la película. ¿Es posible que solo una niña de 8 años sea la única que se da cuenta de que César entra en el piso de Clara todas las noches? No, no es posible, César tiene su habitación personal en la planta baja, y todas las noches sube con las llaves del 5ºB, sin que nadie sea consciente de ello. Pasando por alto la escena donde es pillado por el novio de Clara dentro del piso y se va tranquilamente sin levantarle sospechas a Clara, el mayor error garrafal viene de la actuación de la policía, fácilmente sacada de la película ya que no consiguen encontrar pruebas contra César, cuando tienen sus huellas y varias cartas que había escrito anónimamente a Clara de su puño y letra.



Es obvio que estos detalles en la trama poco le importan a Balagueró, ya que su objetivo es centrar al espectador en César, intentando asemejarse al estilo de Hitchcock y su Norman Bates de Psicosis (Psycho, Alfred Hitchcock, 1960), cosa que consigue en la mayor parte de la trama gracias al ritmo pausado y a al gran trabajo de fotografía  de Pablo Rosso, a esa escena de castración cuando César se empapa de cloroformo por accidente y huye de Clara mientras esta practica sexo con su novio, pero sobre todo, esta película destaca gracias a un Luís Tosar magnífico, muy por encima de sus compañeros de reparto y de los agujeros de guión.

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