Título original: Mientras duermes (Sleep Tight)
Año: 2011
Duración: 107 min.
País: España
Director: Jaume Balagueró
Guión: Alberto Marini
Música: Lucas Vidal
Fotografía: Pablo Rosso
Reparto: Luis Tosar, Marta Etura,
Alberto San Juan, Petra Martínez, Carlos Lasarte, Pep Tosar, Amparo Fernández,
Oriol Genís, Iris Almeida, Tony Corvillo
Productora: Filmax
Género: Thriller. Terror | Thriller
psicológico
Cambio de
perspectiva
Desde que debutó con Los
sin nombre (1999), Jaume Balagueró ha mostrado su predilección por el
thriller y sobre todo, por el terror psicológico, exceptuando OT: La película (2002), una mancha bien
grande en la filmografía del director catalán, de la que se recuperaría con Frágiles (2005), una película de terror
desarrollada en un hospital infantil.
La mayor parte de su filmografía se reduce a películas donde
los personajes desarrollan toda la acción en una casa o en un bloque de
edificios, es decir, en espacios limitados. El rodar en espacios cerrados ayuda
al espectador a sentirse atrapado dentro de la película e identificarse con los
personajes que transcurren por pantalla.
El trabajo de Balagueró por meter a los espectadores dentro
de sus historias encuentra su máximo apogeo con [●REC] (Jaume Balagueró y
Paco Plaza, 2007), donde la realización de la película a modo de falso
documental le dio un toque de realidad que cautivó a público y crítica,
atrayendo la atención de Hollywood, que realizó su propia versión, y
devolviendo a España un tema que se estaba desaprovechando, los zombis.
El éxito de esta y su secuela, [●REC]2 (Jaume
Balagueró y Paco Plaza, 2009), hizo que Filmax le confiase a Jaume la
realización de un thriller psicológico escrito por Alberto Marini, guionista de
películas como Romasanta (Romasanta, la caza de la bestia, Paco
Plaza, 2004) o Para entrar a vivir, películas
para no dormir (Jaume Balagueró, 2006). Jaume afrontó este guión como un
reto personal ya que a diferencia de sus demás películas, el eje de la historia
no serían las víctimas, sino el acosador.
La felicidad del
sufrimiento
“Feliz, ese es justo
mi problema, que yo no puedo ser feliz. Nunca lo he sido, ni cuando me han
pasado cosas buenas. No os podéis ni imaginar lo que es levantarse cada día sin
tener una motivación, los esfuerzos que tengo que hacer para encontrar una
razón, solo una para no mandarlo todo a la mierda. Os aseguró que pongo todo mi
empeño en ello, todos los días de mi vida”.
Con este monólogo y a punto de saltar desde una azotea se
presenta César, el portero de un edificio donde sus inquilinos lo ignoran y
aprecian a partes iguales, sin embargo esto no le preocupa, ya que su posición
le permite conocer los movimientos de todos y, cuando quisiese, podría
convertir sus vidas en un infierno. Su nuevo objetivo es Clara, la inquilina
del 5º B, quien con su sonrisa consigue atraer su atención, atención que se
convierte en una obsesión que le lleva a pasar todas las noches metido en su
piso sin que esta lo sepa. Ayudándose de cloroformo, el portero consigue dormir
todas las noches metido en la cama con ella, además de intoxicarle las cremas
que la chica utiliza para tenerla todo el día en un letargo similar a la
resaca.
A medida que transcurren las escenas, vamos viendo el día a
día del portero, su rutina, sus hábitos, incluso llegamos a sentir lástima por
él cuando el presidente de la comunidad amenaza con despedirle. César mantiene
todo el día un gesto frio acompañado de palabras cordiales, ya que sabe como adular
cuando se lo propone. Solo muestra un atisbo de felicidad los segundos donde se
cruza con Clara, donde va formando poco a poco una relación en su cabeza, una
relación que le confiesa a su moribunda madre, postrada en la cama de un
hospital, y viviendo de primera mano la obsesión enfermiza que siente su hijo
por hacer sufrir a cuantos le rodean.
Su madre, que usa como confesionario; la limpiadora, a la
que engaña para que discuta con su hijo; al presidente de la comunidad, a quien
tortura con su impuntualidad y destrozándole las plantas; la inquilina, a la
que le intoxica los perros y hunde en la miseria debido a su edad; a Clara…todos
forman parte del día a día de César, quien encuentra en el dolor de cada uno un
soplo de aire fresco, un atisbo de felicidad, una razón más para vivir.
Una evolución
positiva
“Lunes”, así comienza la historia, con un César
despertándose en una cama acompañado, bajando a su verdadera casa y
preparándose para comenzar una nueva jornada de trabajo. Todo ello grabado al
detalle, apenas haciendo elipsis narrativas, todo muy mecánico para mostrar la
naturaleza de César, alguien que debe tener todo organizado, como un dios en su
mundo particular. Este seguimiento le sirve a Balagueró para que el espectador
empatice con un portero humillado e ignorado, quien, entre otras cosas, debe
pagar una gran suma de dinero a una niña pequeña que luego le escupe. Más tarde
va a ver a su madre moribunda, a quien le habla de una relación imposible, luego
llega de nuevo a su puesto, donde el presidente de la comunidad le amenaza con
despedirlo. De esta manera el espectador va poniéndose poco a poco de parte de
César, por el que comienza a sentir empatía. Pero el día no ha acabado, cuando
Clara vuelve a casa, vemos al verdadero César, al que espera paciente bajo la
cama hasta que su víctima se duerme, sueño que prolonga con cloroformo y del
que se vale para investigar sus cosas, dormir con ella y tener relaciones
sexuales.
Para cuando el espectador descubre al verdadero César, el
“martes”, ya es demasiado tarde, Balagueró ya ha conseguido que lo veamos como
una víctima de su propia obsesión, esperando que no lo pillen ni la policía ni
el novio de Clara cuando pasa una noche con ella. Usando los día de la semana
como referencia, vamos viendo la evolución de los planes de César, desde el
lunes cuando algo nuevo se inicia hasta el domingo, donde todo termina y donde
César debe plantearse qué nuevo plan seguir para la siguiente semana. La idea
de usar los días de la semana como evolución del personaje tiene su sentido en
la escena final, cuando César le
confiesa a clara que ya ha encontrado el modo de ser feliz gracias a
ella. La película termina con un “lunes”, donde César comienza un nuevo plan
con una nueva víctima.
Todo esto no sería posible sin la soberana interpretación de
Luís Tosar, uno de los mejores actores del panorama español, quien con una
actuación contenida consigue dejar en la retina del espectador el sufrimiento y
el placer que va sintiendo el portero a lo largo del día. La parte negativa de
la interpretación la ponen Marta Etura como Clara, e Iris Almeida como Úrsula,
la niña que pilla noche tras noche a César y luego chantajea. Marta Etura,
pareja de Tosar en la vida real, sobreactúa de manera exagerada en los momentos
felices de Clara, desentonando en el clima que va marcando la película,
mientras que la joven Iris de 8 años, excelente cuando adopta el rol de niña
repelente, está desastrosa en la escena donde debe mostrarse asustada cuando César
amenaza a su familia y amigos si le delata (la niña se esfuerza, pero no
consigue dejar una lagrimita ni teniendo medio cuerpo fuera de la ventana de su
habitación).
Una vez más, Balagueró desarrolla la historia dentro un solo
edificio, a excepción de las visitas al hospital, elevando a César a una figura
divina que puede controlar todo lo que le rodea, prueba de ello es la facilidad
con la que se quita de encima a la policía cuando es el principal sospechosos
de un asesinato o cuando culpa al hijo de la limpiadora de ser él el acosador
de Clara.
Sin embargo no todo funciona como debería ya que el guión
cuenta con algunas lagunas que hace que los espectadores más exigentes
desconecten de la película. ¿Es posible que solo una niña de 8 años sea la
única que se da cuenta de que César entra en el piso de Clara todas las noches?
No, no es posible, César tiene su habitación personal en la planta baja, y
todas las noches sube con las llaves del 5ºB, sin que nadie sea consciente de
ello. Pasando por alto la escena donde es pillado por el novio de Clara dentro
del piso y se va tranquilamente sin levantarle sospechas a Clara, el mayor
error garrafal viene de la actuación de la policía, fácilmente sacada de la
película ya que no consiguen encontrar pruebas contra César, cuando tienen sus
huellas y varias cartas que había escrito anónimamente a Clara de su puño y
letra.
Es obvio que estos detalles en la trama poco le importan a
Balagueró, ya que su objetivo es centrar al espectador en César, intentando
asemejarse al estilo de Hitchcock y su Norman Bates de Psicosis (Psycho, Alfred
Hitchcock, 1960), cosa que consigue en la mayor parte de la trama gracias al
ritmo pausado y a al gran trabajo de fotografía
de Pablo Rosso, a esa escena de castración cuando César se empapa de
cloroformo por accidente y huye de Clara mientras esta practica sexo con su
novio, pero sobre todo, esta película destaca gracias a un Luís Tosar
magnífico, muy por encima de sus compañeros de reparto y de los agujeros de
guión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario